La ley laboral colombiana contempla una licencia remunerada de maternidad de dieciséis semanas y una de paternidad de 8 días.

Desde un principio es evidente el enfoque sexista del legislador al crear una diferencia tan grande entre los dos sexos. Se trata de un sexismo benévolo, uno que aparentemente no hiere a la mujer y por tanto no debe importar.

Si la mujer tiene más tiempo de descanso para dedicar a su bebé del que tiene el hombre, significa que el rol de la madre es más importante que el del padre en la crianza de los hijos.

Esta premisa genera muchos problemas pues perpetúa las siguientes ideas arcaicas que ya deberíamos haber superado:

  • La madre tiene más responsabilidades que el padre con respecto al hijo.
  • La mujer tiene que sacrificar su carrera profesional más que el hombre en favor de sus hijos.
  • El padre tiene un papel secundario o irrelevante en la crianza.
  • El papel del padre es el de proveer dinero para su familia.

Ahora bien, es entendible que algunas circunstancias especiales justifiquen que la mujer tenga un periodo de descanso mayor. Por ejemplo, aquellos casos en los cuales el trabajo de parto generó problemas graves de salud que merecen un tiempo especial de recuperación.

También puede argumentarse que la mujer, como única capaz de amamantar al bebé, debe estar más tiempo con este. No obstante, esta premisa ignora la existencia de mujeres que no lactan (por elección personal o por circunstancias fuera de su voluntad), de extractores de leche y, sobretodo, dejan de lado que la licencia de maternidad y paternidad aplica no solamente para los hijos biológicos sino también para los hijos adoptados.

Lo anterior significa que si una pareja adopta un niño de diez años de edad (y que por tanto ya no debe ser amamantado) la ley va a seguir otorgando un periodo de descanso mucho más grande a la madre adoptante que al padre. Diferencia esta que no encuentra justificación.

Lo más razonable sería establecer un tiempo de licencia para la pareja y que esta sea quien voluntariamente decida cómo dividirlo entre los dos, en vez de imponer roles familiares y de género que en muchas ocasiones no van a coincidir con aquello a lo cual estas aspiran.

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